Durante el otoño, las raíces tienen más sustancias nutritivas y junto a la fruta aportan los hidratos necesarios para una actividad intensa: la del recolector/cazador en época otoñal. Las frutas del bosque y las setas aportan minerales y vitaminas que fortalecen las defensas de cara al invierno y los frutos secos aportan proteínas y grasas que acumula el cuerpo en forma de reservas.
El verano, en época agostante, sería pues un periodo de "trashumancia" a la montaña, en cuevas y refugios frescos a mediana altura. Allí se conservan a final de verano pastos verdes donde abundan los animales hervíboros. En otoño, la montaña ofrece la mayor diversidad de recursos, y estos ser reservan durante el invierno, especialmente raices y frutos secos, pero también fruta y setas desecadas.
Con los primeros fríos posiblemente estos habitantes estacionales bajaran al llano donde subsistirían con las reservas hasta la llegada de la primavera. Es en esta estacion cuando la dieta se restringiría casi exclusivamente a brotes de hierbas silvestres comestibles, siendo ésta una dieta depurativa y vitamínica a la espera de los primeros frutos veraniegos.
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